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Cuando
–allá
por el siglo pasado- para repasar Geografía , nuestro
maestro de EGB nos
preguntaba ¿Cuáles
son los montes más altos de Europa? Los cincuenta
niños de mi clase recitábamos
al unísono: Montblanc,
Monte Rosa Y Cervino
en los
Alpes…
Quizás por eso
todavía, cuando pongo el pié
en alguna de esas cumbres de las que solo conocía su nombre:
Mulhacen, Aneto, Monte
Perdido o el
pico del moro Almanzor, hay algo en ellas
que me resulta etéreamente
familiar; de
alguna manera aún tengo querencia por esos nombres que
resultaban tan exóticos
y lejanos, así que cuando Ángel en Ordesa me propuso el Monte Rosa para
Agosto,
no lo dudé y finalmente fue una muy buena
elección.
Si buscas
un
monte de más de cuatro mil metros, con pocas exigencias
técnicas; con un
paisaje tan descomunal que despierta tu humildad, donde los horizontes
de sus
collados reclaman tu curiosidad continuamente, seguro que
saldrás satisfecho.
Cronica
de: Julián
Fernández
El macizo del Monte Rosa
es el más mastodóntico de todos los
Alpes y
el segundo en
altura, (a la punta Dufour
con sus 4.634 metros, solo la supera en este apartado la cumbre del
Mont Blanc).
De este modo
la segunda semana de Agosto pusimos el coche rumbo a esa localidad del
Piamonte
situada al fondo del valle.
Desde Burgos son 1.476 kms. , y como
salimos al
mediodía, escogimos
pasar la noche en un área de
servicio de una autopista francesa, donde -como viene siendo nuestra
costumbre-
plantamos el doble techo de la tienda y pasamos unas horas sin
desviarnos de la
ruta.
Así, al
mediodía, pasando por el peaje del túnel de
Frejus, (recomendable coger billete
de ida y vuelta) llegábamos a Alagna Valsesia.
PUNTA GNIFFETI:
(4554 m.)
Allí, sin
esperar a más, dado que el pronóstico del tiempo
no era del todo malo,
aparcamos el coche en una zona habilitada al principio del pueblo (es
gratis) y
–en medio de un fuerte aguacero- tomamos el
teleférico con destino al refugio
Citta de Vigevano al cual se puede acceder en dicho remonte, aunque
nosotros
decidimos bajar en una parada intermedia y salvar, por un sendero que
bordea
las pistas de esquí, los
últimos 700
mts.
Esta opción parece
más recomendable si tienes
tiempo ya que así vamos acostumbrando
las piernas después del largo viaje de una manera suave y
progresiva.
El
refugio está a 2871 mts. y
cuando fuimos, estaba casi vacío; nos dieron
una habitación de 4 plazas para nosotros 2. De modo que
estábamos de lujo.
Tiene 112 plazas y hay habitaciones colectivas; pero si sois 3
ó 4 personas
pedid que os den una habitación de estas. La comida es muy
buena: antipasti,
pasti y postpasti, y café con pasti, como no
podía ser de otra manera en Italia
, pero bien. No es barato pero merece la pena. Te harán
descuento si estas
federado. No hace frio y está bien equipado con mantas por
lo que no tienes que
llevar el saco o con uno muy ligero sobra.
Info
regugios:
www.caivigevano.it
y el correo infocaivigevano@gmail.com
Desde
allí,
tras
un potente desayuno y sin madrugar demasiado comenzamos a subir al
refugio
Gnifetti.
-GALERÍA
DE FOTOS- |
-GALERIA
DE VÍDEOS- |
No hay
pérdida, según sales del Vigevano hay que subir
hacia el teléferico, que
coincide en este punto con otro que asciende desde la localidad de
Greyssoney,
y desde allí mismo tomar un sendero que serpentea
perpendicular al camino que
une ambas estaciones, ya solo tienes que seguirle, está muy
bien señalizado e
incluso tiene instalada alguna soga en pasos que no son complicados. Enseguida se llega a punta
Indren, donde hay
una estación de teleférico, cuando estuvimos
había obras y daba la impresión de
no estar en funcionamiento (en realidad parecía abandonada).
Poco
después toca ponerse los crampones, que
ya no os quitaréis. La aproximación se realiza a
través de un glaciar hasta un
muro de roca bien equipado con sogas. Nosotros nos confundimos y no
tomamos esa
ruta desviándonos a nuestra izquierda y acabamos en el
refugio citta di Mantova; el
cual nos pareció un buen sitio y una buena
opción para emprender la última etapa; si bien se
encuentra unos 200 mts. mas
abajo de nuestro destino.
Una vez
pasas la zona rocosa tienes que aproximarte (ya está a la
vista) por un glaciar
que se atraviesa por una muy marcada huella, fácil pero con
precaución, sobre
todo si hace viento.
El refugio
Gnifetti es grande (180 plazas) y
está gestionado por el club alpino italiano, a
través del cual hicimos las
reservas tanto estas, como las de la campanna Margherita. El
teléfono es 0039
0163 922805.
Siendo el
punto de partida de numerosas ascensiones, este refugio –a
pesar de su tamaño –
se suele llenar con buen tiempo y esta masificación resulta
incómoda. Nosotros
tuvimos mucha suerte, la predicción del tiempo anunciaba
tormentas por lo que
estuvimos en familia.
Una vez
en
el collado la vista se ensancha y el corazón se agranda, de
frente tenemos el
Lyskamm, poderoso como una gran ola rompiendo sobre un mar siempre
puro, en el
medio de esta llanura ondulada la pequeña tachuela del
Balmenhorn, siempre a
nuestra derecha la pirámide Vicent, detrás el
Corno Nero, el Luwinghöte y la
sur del Parrotspitze.
Si tienes
suerte y el día está claro, se
distinguirán perfectamente contrastadas las
huellas que se bifurcan buscando las distintas cumbres.
Estando
el
día claro tendrás unas impresionantes vistas
sobre el valle italiano, además de
una gran parte del macizo.
Para ello
volvimos desandando nuestros pasos y antes de ir ascendimos la ferrata
que hay
instalada en la cima del Balmenhorn, por aquello de que está
considerada como
un cuatro mil, aunque en mi modesta opinión no se trate de
una cima
independiente, pero, de todas formas
resulta curiosa ya
que además del
cristo delle Vette, está construido el vivac Giordiano al
que entré por
curiosidad y me pareció muy oportuno como último
recurso, pero no como una
base para otras
metas.
Desde
allí y
sin posible perdida por la huella salimos en dirección este
hacia Luwinghöte
(4324 mts.) llegaremos rápidamente al collado que hay entre
este el Lyskamm,
donde cogeremos una arista fácil y muy bonita que nos
llevará cómodamente al
tercer 4.000 del día.
Ver
amanecer
en el collado que da acceso al gran plató donde se
encuentran las primeras
cumbres de este macizo, con los pulmones abiertos por el esfuerzo y la
altura,
sudando ligeramente, aún con el frontal innecesariamente
encendido, es una
sensación grandiosa, inexplicable, de esos sentimientos que
equilibran con
creces tu esfuerzo
y hacen que vuelvas
una y otra vez a buscarla por las montañas, de esas que
-para regocijo de los
pobres- sabemos que
no se pueden comprar
con dinero.
Desde
allí,
debidamente encordados comienza la ascensión siguiendo en
todo momento la
huella qué, con seguridad ya existirá, con el fin
de evitar las posibles
grietas.
Como casi
siempre, o casi siempre que vamos, acercándose la tarde se
meten sin
contemplaciones las nubes y difuminan toda la grandiosidad que
veíamos, lo cual
nos invita a descender a buena marcha hacia el refugio, para evitar
complicaciones y disfrutar de una inmediata nostalgia de cumbres, y
comentando
la jornada con unos compañeros de Tarragona qué,
como nosotros, iban a subir
también al Gnifetti al día siguiente, esperamos
infantilmente ansiosos a que
pase la noche para volver a subir.
Así que con
los frontales puestos emprendimos la misma liturgia del día
anterior y hacia
las 6 a.m. salimos decididos a
la punta
Gnifetti. Nos esperan 900 mts. de
desnivel. El camino hasta el collado que nos llevó al Luwing
es el mismo y
desde allí ya se ve la campanna Margherita,
descendíamos por el camino
perfectamente marcado cuando
echando la
vista a la izquierda surge primero entre brumas y después
nítido y desafiante
la montaña más perfecta: El Materhorn, cuya
vista nos acompañará en casi todo el
recorrido.
El
día
anterior ya habíamos decidido que no pasaríamos
allí la noche, los refugios
están muy bien coordinados y desde el Gnifetti te pueden
gestionar o anular la
reserva en el Margherita, por lo que nos lanzamos hacia abajo lo
más rápido que
pudimos y poco a poco fuimos dejando atrás la tormenta.
Tuvimos la suerte de que
la huella no se
borrara, porque si
no quizás habríamos
tenido algún problema con la orientación.
Pasmos
una
agradable velada de charla con unos asturianos en el refugio y al
día siguiente
nos fuimos sin ninguna prisa al valle. Una vez allí nos
instalamos en el
camping de Alagna (buen camping aunque sin alardes) y por la noche nos
otorgamos un muy merecido homenaje en un restaurante muy recomendable
(
no
recuerdo su nombre, pero esta hecho de madera en una calle
céntrica) donde con
una fiorentina ( lo que viene
siendo
un chuletón ) y unas birras italianas dimos por concluida
esta excursión.
TrigazaSur
by PabloFR
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