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Curavacas 2524 m.
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Observar
la pared sur del Curavacas
desde Vidrieros, te impacta y
te sorprende, ya que bien podría estar situada en
cordilleras más altas y
famosas. Pero que se encuentre en la Montaña Palentina es
una gran fortuna para
los que vivimos relativamente cerca, y además te permite
más soledad y
tranquilidad que en otras zonas más saturadas. La variedad
de corredores es muy
grande y en invierno nos ofrece todo su esplendor, para afilar piolets
y
crampones.
Subir por Callejo Grande,
nos supone la
vía más asequible y una bonita
ascensión entre los gendarmes de roca
conglomerada.
La canal sur, presenta una línea más
directa, pegada continuamente a la izquierda del gran
espolón sur, pero hay que
indicar que con poca o mala nieve, la ascensión se complica
y puede ser muy
necesaria la cuerda y el autoaseguramiento.
Desde el comienzo de esta
última vía,
podemos optar por subir por el corredor oblicuo que asciende hacia la
izquierda
de la pared y nos deja junto al espolón de roca sur-oeste.
Por el corredor de la
“Y”, (Ver ampliación al final de esta página) si hay poca
nieve, puede ser un caos encontrar el buen camino. Y enriscarse entre
tantos
resaltes, espolones y pequeños corredores no es
difícil, como en una ocasión
nos ocurrió.
Optemos por cualquier
vía, hay que
recalcar, que el Curavacas es una de las montañas
más peligrosas que conozco, y
esto es debido a los flanqueos que hay que dar por la ladera norte,
desde el
final de los corredores hasta la cumbre. Pensar que el fin del corredor
es el
final de las preocupaciones es una gran error. Esto es debido a que la
ladera
Norte, muy venteada, siempre presenta una capa de hielo pulida y
vítrea, dura
como el acero, donde los crampones apenas muerden, y donde un
resbalón supone
descender en caída libre un vacio de centenares de metros.
Desgraciadamente,
las estadísticas así lo demuestran, por lo que
tendremos sumo cuidado en esta
zona.
Para acceder a la
pared sur,
remontaremos el rio desde vidrieros y subiremos directamente a pie de
vía por
el enorme pedregal –que
luego podemos
descender a toda velocidad a costa de la vida útil de
nuestras botas–.
Señalar que es
muy común a finales del
invierno, las inversiones térmicas en el valle, por lo que
aun madrugando nos
podemos encontrar nieve primavera –sopaza– en toda
la cara sur (pero siempre
hielo en la norte!!). Así en una ocasión, en
Marzo, dormimos en el valle con
-12º C a las 7 de la mañana y tan sólo 4
horas más tarde, en la pared, 800 metros más
arriba, había 20º C. La friolera
de 32º C de variación térmica en tan
solo 4 horas y unos 800 m más altos.
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Recuerda!!!
Si
quieres ver una pequeña descripción
de cada foto, solo tienes que colocar el
cursor sobre la misma. Aquellas con reborde negro las podrás ampliar para no perder detalle |
Invierno 2013-2014: Corredor de la "Y Griega"
Como cada invierno hemos vuelto al Curavacas.
Intentamos por
segunda vez (la anterior hacía un tiempo de perros) dirigirnos
hacia el Norte,
hacia la denominada vía de la “Pradera Pindia” por
donde pretendíamos ascender.
Esta ruta se sitúa en la base de la pared Nor-Este y presenta
una fuerte pala
de nieve hacia el Oeste que te permite acceder a ----- y desde
allí subir por
todo el contrafuerte de la montaña directo hasta la llana y de
allí a cumbre.
Como las condiciones no eran óptimas -nieve aun sin transformar
y sin huella en
la parte baja de la pared aunque existía
huella hasta la entrada a la vía “Diagonal”-, decidimos volvernos a la cara
Sur. Teniendo en cuenta que habíamos madrugado mucho, pudimos aprovechar aun la
nieve dura para subir por el corredor de la “Y Griega”, donde ya en otra
ocasión, como contamos más arriba, lo habíamos intentado sin éxito al
desviarnos de la ruta.
Nuestra elección fue la
correcta, esta vez llegamos a
cumbre, pero no sin antes sufrir un poquito en los últimos
metros. Y es que el sol
y el calor que hacía ya a eso de las 10:00, empezaba a derretir
la nieve y
hielo en las zonas altas de la cumbre y en las rocas del pilar sur, por
el que
discurre la vía. Aunque en la parte baja las condiciones eran
muy buenas (sobre
todo allí donde las avalanchas ya habían limpiado la
ruta, y la nieve era dura
y consistente) en la zona alta había zonas aun con bastante nieve y continuamente cambiaban las
condiciones, mientras empezaban a llover desprendimientos de nieve y hielo,
alguno de ellos importante. Decidimos que la rapidez en estas condiciones, nos
daría mayor seguridad que el pararnos a encordarnos. Sólo quedaban unos 130
metros, de travesía hacía la parte izquierda y la salida del corredor justo
sobre el embudo que te saca del corredor Sur. Así que con decisión y clavando muy bien ambos piolets
y crampones llegamos a lo más alto del corredor sin contratiempos (salvo unos
calambres inoportunos y un “toque” de un pedazo de hielo desprendido).
Otra vez decisión correcta, ya que en ese tiempo, una cordada de 4 personas aún se encontraban en mitad del corredor cuando les habíamos adelantado casi en esa misma zona media hora antes, y no era precisamente un día para andar por ahí arriba a eso del mediodía (se alcanzarían los 15 grados o más). De hecho, la bajada la hicimos también lo más rápida posible por Callejo Grande, por donde también caían pequeños desprendimientos y bloques. Antes, habíamos accedido a la cumbre por hielo muy duro, como es habitual en la pared Norte. Aquí hay que extremar las precauciones tanto o más que en el propio corredor, igual que en la Llana, ya de bajada, donde las huellas de la nieve fresca desaparecen por momentos sobre el hielo venteado donde los crampones apenas dejan huella.