Lyskamm: Arista integral (4.527 m.)
Travesía de los Lyskamm: Cumbre Oriental y Occidental.
Así
como quién no quiere la cosa, planteé el Lyskamm como objetivo de
un nuevo viaje a los Alpes. Sonaba bien, lo poco que había oído es
que tenía un marcado ambiente alpino, gran montaña… de las
grandes, y poco más. Yo lo dije sin mirar más. Cuando nos dimos
cuenta de lo que suponía pensaba que lo descartaríamos
directamente… y que va! Dijeron que sí.
Una
vez visto el panorama, “quinta montaña más alta de Alpes… una
cresta de 5 kilómetros… y mira que vídeos, acojonan!!” pensaba
que me había excedido en planear objetivo. Y es que la primera
impresión del visionado de vídeos en internet, asusta un poquito. Y
la realidad… no es miedo, definámoslo como “tensión continua”.
No todo es como lo muestran las cámaras. Los macros utilizados en
las famosas cámaras fijas sobre el casco, desvirtúan la imagen como
un ojo de pez, y afilan la arista aún más, cuando la realidad ya es
suficientemente impresionante y nos deja bastante claro que vamos a
tener que caminar por el filo de una navaja durante varias horas... No
hacen falta efectos visuales para la imponente Arista del Lyskamm...
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Este
acceso y la posibilidad de ascender al Pico Castor, uno de los más
fáciles de los Alpes, hace de esta ruta una opción muy recomendable
a aquellos que queráis ir a los Alpes por primera vez. Cierto es que
en la parte alta del valle, no hay pueblecitos de montaña típicos y
con encanto, salvo el de Gressoney-Saint Jean, debido a que es una
estación de esquí con modernas edificaciones la que cierra el valle
(donde cogemos su teleférico para comenzar la ruta, todo hay que
decirlo). De hecho no hay apenas campings en el valle de Gressoney.
Decidimos,
acertadamente, separarnos en dos cordadas, Toni y Julián irían al
Castor, mientras que Rodro y yo (Pablo) decidimos que si las
condiciones meteorológicas se mantenían intentaríamos no sólo
la/s cumbre/s del Lyskamm, si no completar la arista para volver por
el paso del Nasso. Cuatro personas en una sola cordada no es un buena
táctica para ir ágiles y seguros por una zona tan delicada.
Madrugamos
para ganar tiempo al día, y también para evitar el tumulto de un
refugio lleno que casi al completo iba para el Castor. Apenas se
veían estrellas, y esperábamos que el viento anunciado (40 km/h) no
fuera tanto, como había ocurrido el día anterior donde las
condiciones fueron mejores que las previstas, porque si no, no nos
apetecía hacer equilibrismos con rachas de viento fuerte y con unos
precipicios a cada lado que finalizan en sendos glaciares cientos o
miles de metros más abajo.
Hasta
el collado Oeste (Collado Felik), ruta compartida con el Castor, sin
problema, y por fin las nubes se retiran con la luz del día, el
Cervino despereza su imponente perfil al Oeste, y hacia el Este, unas
3 cordadas, comenzamos la arista, fácil al principio para después
ganar altura en la pala más fuerte del recorrido. A partir de ahí,
se estrecha la Tierra, y con ella el hielo que en gran medida se
reduce al ancho de una baldosa, asoman las cornisas, y respiramos
hondo hasta el próximo ensanchamiento de la arista que buscamos
continuamente con la mirada. Cuerda larga y sin tensar, y con todo,
disfrutando tensamente de la experiencia.
Hasta
la cumbre Occidental, las zonas delicadas son más bien cortas,
evitando cornisas importantes en otros caso y siempre por el lado
Suizo. En esta zona es donde más roca hay, pero nos la encontramos
casi toda cubierta por el sendero de nieve dura que vamos siguiendo,
salvo algún paso sobre pequeños zócalos de roca que asoman al
vacío, y algún “encabalgamiento” sobre la roca que tenemos que
hacer con atención.
Nada
más abandonar la primera cumbre, hacemos un rapel en el único
escalón pronunciado de la arista, gracias por cierto, a la cuerda
que ya tienen puesta una pareja
de Vitoria y que nos han adelantado en la pala de entrada. (incluso
podría destreparse, pero el patio y el verglás sobre la roca,
aconseja al menos agarrarse a la cuerda y rapelar a lo Dülfer).
Esto
nos ahorra tiempo, y tras algún que otro estrechamiento, y cornisa,
tomamos la arista cimera, larga y fácil que nos deja en lo más alto
del macizo, 4.527 m., cumbre Oriental y principal del Lyskamm. No nos
lo podemos creer, un día espectacular, una cima preciosa, pequeña,
una esbelta aleta de nieve, rodeados del macizo del Monte Rosa, su
glaciar mil metros más abajo con dirección al Cervino, al Oeste
toda la frontera italo-suiza destacando, el Castor, la Roca Negra y
el Polux, y en una delgada línea de nieve, nosotros, en lo más
alto, por un momento, nos libramos de la tensión acumulada para
disfrutarlo como nunca.
Aún
queda la bajada, desconocida y en principio más “afilada” que la
subida, pero con las buenas condiciones y el “Ok” que un guía
nos da sobre las condiciones de la misma, nos anima a continuar la
travesía y alcanzar la salida de la arista lo antes posible, hacia
el collado Este, evitando cambios del tiempo, buscando la seguridad
del plató glaciar.
Si
en la subida había tramos de 6-8 metros de estrechez máxima, en
esta ocasión la arista se afila por momentos en una montaña rusa,
donde de repente ves que quedan 20 o 30 metros hasta el próximo
punto donde puedes relajarte. Tensión continua que decía antes.
Pero sin más dificultades, por fin pisamos tierra “firme”, plana
y espaciosa donde esta vez sí, relajarnos por completo y coger
fuerzas.
La vuelta por el glaciar y paso del Nasso, se nos
hizo larga por el cansancio, el collado a salvar nos dejó machacados, y
eso que sólo son 200 m “extras” de desnivel, y finalmente entre la
niebla (menos mal que había huella porque el plato glaciar es muy
amplio) regresamos al refugio. (Indicar que una opción menos dura para
no hacer toda la vuelta, puede ser, una vez en el plató de Lys,
quedarse en esa vertiente en el refugio Niffeti).
Teníamos
claro que el tiempo tenía que mantenerse durante varias horas, si no
te puedes ver envuelto en un problema de los gordos (sólo hay una
escapatoria entre cumbres) y que teníamos que ser rápidos, no
precisamente nuestro punto fuerte. Al final con un ritmo continuo y
las condiciones tan buenas (del hielo y del tiempo), cumplimos
bastante bien con el horario, teniendo en cuenta que casi todo el
rato te mueves por encima de los 4.200 m y en la vuelta tuvimos
tiempo para disfrutar sin tensión. El guarda nos indicó unas 7-8
horas para hacer toda la travesía, y finalmente fueron 9. Hay que
tener en cuenta que las condiciones fueron estupendas, toda la arista
apenas sin resaltes de roca, (sólo un pequeño rapel como hemos
dicho), y el viento fue continuo pero moderado.
Técnicamente no es
difícil pero hay que estar muy acostumbrado a la alta montaña, y
moverse con seguridad y agilidad con la cuerda, para no perder tiempo
en los pasos complejos, ascender con confianza, saber dejar el
sendero marcado si este surca peligrosas cornisas, y asegurar al
compañero cuando toca (no utilizamos seguros pero sí nos
afianzábamos bien en la nieve y por turnos al pasar zonas
expuestas).
En
resumen, la Arista del Lyskamm, una pasada!!!
Tras
aclimatar en el Gran Paradiso, accedimos al Refugio Quintino Sella,
para realizar un intento de cumbre, y es que no nos quedaban muchos
más días, después de un día perdido por la lluvia junto al
refugio Victorio Emanuele, y otro día perdido en viajar por el valle
de Aosta. Acceder a Quintino Sella es muy divertido y entretenido, ya
que necesariamente hay que trepar por resaltes de roca (perfectamente
equipados con maromas, anclajes y ferralla –puente de madera
incluido-) y sobrepasar una afilada arista rocosa que nos deja
directamente en la puerta del refugio.