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© PabloFR_                                    

                                                           


















Cresta al Pico Cabrones

 



        A finales de Junio era de esperar que la nieve hubiera desaparecido por completo de las cumbres e inmediaciones en los Picos de Europa, pero con un invierno que parece no querer desaparecer incluso ya en verano, una última nevada, la semana anterior a nuestra visita, tapizo y cubrió los neveros y laderas norte con una nueva capa de nieve primavera, difícil y peligrosa que hizo de esta visita la más complicada que hemos hecho hasta entonces en la montaña.

La empresa no parecía difícil, cresta de III grado, unos 300 m de desnivel, y bajada por la “normal”.

        Y empezamos con alguna mancha de nieve en la cresta que no nos impide el paso, trepadas fáciles y allí donde un fallo te lanza al vacío, tiramos la cuerda para facilitar la ascensión y hacerla con más tranquilidad, disfrutando del paisaje, ya que a primera hora, solo nubes en el horizonte, a lo lejos, en Asturias y cerca del mar.


        El primer sobresalto, a mitad de cresta, con roca mala, suelta, recién fisurada por los hielos del invierno, se produce un desprendimiento de un gran pedazo de roca que mi compañero no puede retener. Parece que se va a un lado, se rompe y nueva trayectoria hasta mi costado y mi mano derecha. A punto de arrancarme de la pared, grito de dolor y tras unos segundos de incertidumbre, alcanzo una zona “segura”. Parce que mi mano esta en perfecto estado pero mis costillas me recuerdan en cada movimiento que acabn de llevarse un buen golpe.



        Si ya esto nos ralentiza, la niebla, esas nubes que estaban lejos, se presentan a nuestro alrededor, y en pocos minutos apenas  no nos vemos desde el primero al cuarto de cordada. Mi condición obliga a tirar la cuerda en otros 2 tramos y son las 3 o 3,30 cuando alcanzamos la cumbre.


        Ahora toca bajar por la normal, que no fácil, y en estas condiciones, incluso difícil y complicada bajada. No solo por las condiciones en si, sino por el mero hecho de encontrar el camino de bajada en mitad de una pared, con una niebla muy densa y cerrada. En esta vertiente, norte, la nieve cubre las repisas que son de dificultad II y lo convierten en viras llenas de nieve, cornisas y nieve sopa sobre roca descompuesta, todo un cumulo de despropositos que hacen difícil la bajada.  Con el grave error de haber llevado cuerda de 30 m, nos las vemos y deseamos para encontrar una sucesión de rápeles, tenemos que destrepar chimeneas donde todo se viene para abajo. Cinco de la tarde y apenas 80 metros de desnivel descendidos, aun a 2400 de altura. Y las horas pasan. Nadie conoce la bajada y sólo mi hermano Rodrigo tiene grabada en su cabeza una foto de todo el descenso, lo que le permite sin un solo error dejarnos sobre el nevero del Jou, a las 9 de la noche empapados hasta la medula de la nieve fresca y del deshielo que empapaba la roca.


En la cumbre cubiertos por la espesa niebla
En los primeros resaltes de la cresta


        La niebla no nos permite ver el collado para regresar al refugio del mismo nombre, Cabrones, y localizamos un gran bloque en medio del jou donde, de reojo, buscamos el mejor vivac si fuera necesario retroceder sobre nuestros pasos. Pero de repente, la niebla levanta, vemos un collado, nos dirigimos hacia él sin saber si es el bueno y premio, al final el refugio a lo lejos bajo la densa capa de nubes. Lleva lloviznando hace ya un rato. Son las 10 de la noche cuando llegamos al refugio, contentos por saber que dormiremos bajo techo y podremos descansar después de 13 horas de actividad y sin haber probado bocado en todo el día.




 


Descenso hacia el collado para buscar la normal

               


Pico Cabrones y Cresta norte

















































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